Manifiesto para salvar a la creatividad de la IA

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Tengo el honor de plantear el manifiesto de MacLucan para salvar a la creatividad de la IA. No hay día que no piense que la IA va a suponer el fin del mundo. No lo pienso en plan Terminator. Lo veo más como el fin del trabajo bien hecho. Luego, le digo a ChatGPT que me haga un trabajo en 30 segundos que hace unos años hubiera tardado tres horas en hacer y… acabo dedicándole cuatro horas a corregir y mejorar el trabajo que me ha hecho la inteligencia artificial, porque ha fallado más que una escopeta de feria. Al rato, la IA me hace en 15 segundos una cosa que no tenía ni idea de que era capaz de hacer y vuelvo a tener miedo de que sea el fin del mundo. Después, charlo un rato con Ángel, co-trabajamos juntos apoyándonos en alguno de nuestros agentes  y me vuelvo a cerciorar de que la IA es algo potentísimo que me ayuda a ser más eficiente y a aterrizar ideas. Y me vuelvo a reafirmar en que lo verdaderamente poderoso es nuestra creatividad y nuestra capacidad de inventar cosas con otras personas y con la ayuda de Gemini, ChatGPT, perplexit, Copilot…..

No digo nada nuevo al afirmar que la productividad ha sustituido al criterio como valor de referencia desde que todos dejamos en manos de la IA a nuestra creatividad. Las plataformas de generación automática de contenido  han convertido el proceso creativo en una cadena de montaje sin fricción. Agilidad, velocidad, cantidad… Lo que antes era el resultado de una lucha entre intuición, experiencia y contexto, hoy parece resolverse con un prompt bien escrito. Pero, ya lo decía Umberto Eco: “la abundancia de información no equivale a la sabiduría”. Más no significa mejor. Y más rápido, menos aún.

Lo que parecía un renacimiento creativo impulsado por la tecnología se está convirtiendo en una trampa de mediocridad exprés. Las ideas que se generan a velocidad de vértigo suelen compartir un mismo pecado: la falta de profundidad. Son ideas que nacen sin contexto, sin análisis y, muchas veces, sin alma. Sobre todo porque son ideas «recicladas» porque la IA no inventa, reutiliza lo que pensó otro antes que tú. Producen la ilusión de creatividad sin pasar por el proceso que la hace valiosa: la duda, el contraste, la búsqueda.

Manifiesto para salvar a la creatividad de la IA

La inteligencia artificial no inventa, reconfigura. No imagina, recompone. Todo lo que produce parte de algo que ya existía antes: una imagen, un texto, una idea que alguien —una humano, no un asistente— pensó, escribió o diseñó. Por eso muchas de las ideas generadas últimamente por IA suenan familiares, incluso previsibles. Porque lo son. Son versiones recicladas de lo que ya fue pensado, solo que ahora servido con rapidez y sin las huellas del esfuerzo intelectual que le dio origen. Es como si al pedirle una idea a una IA estuviéramos abriendo una despensa llena de sobras bien ordenadas, pero sobras al fin y al cabo.

Este proceso genera una ilusión peligrosa: la sensación de estar creando, cuando en realidad estamos seleccionando. La IA nos ahorra el trayecto, pero también nos roba lo más valioso del proceso creativo: la fricción. La duda, el contraste, la exploración… no son pasos innecesarios, son el núcleo mismo de la creatividad con sentido. Sin ese recorrido, lo que obtenemos con la creatividad de la IA son soluciones que encajan, sí, pero que no conmueven ni retan. Ideas listas para usar, pero incapaces de abrir caminos nuevos. Y ahí está la paradoja: cuanto más usamos la IA como sustituto del pensamiento, más nos alejamos de la posibilidad de crear algo realmente original.

Este vídeo de los geniales Jorge Cremades y  Joaquín Castellano pone de manifiesto que la IA se está sobre utilizando tanto que ya nos hemos  acostumbrado a las «alucinaciones de la IA»  -esas invenciones, datos falsos, imágenes con manos imposibles o conceptos sin lógica— hasta el punto de que ya no nos sorprenden.

Manifiesto para salvar a la creatividad de la IA

Lo inquietante es que, más allá del error puntual, estamos rebajando nuestro umbral de exigencia. Nos basta con que algo parezca correcto, aunque no lo sea. Como si el envoltorio —rápido, limpio, visualmente correcto— importara más que el contenido. Es la estética de lo aceptable. Y eso es peligroso, porque cuando la norma es lo mediocre, lo verdaderamente bueno empieza a parecer raro.

Tanto se ha aplanado el estándar que ahora nos llama la atención lo que antes dábamos por hecho: un vídeo bien montado, una historia bien contada, un diseño con intención. El nivel medio ha bajado tanto que lo artesanal, lo cuidado, lo pensado… destaca como si fuese una rareza. El problema no es solo que la IA produzca en masa, sino que estamos dejando que eso defina lo que es «suficiente». Y así vamos perdiendo sensibilidad para detectar lo verdaderamente original. Es como si hubiéramos vivido tanto tiempo en una habitación con luz blanca de hospital, que nos sorprende ver un atardecer.

En este nuevo ecosistema creativo, lo que realmente se pierde es la la transformación que ocurre durante el camino, no es solo la calidad del resultado. Pensar bien lleva tiempo. Y justo ese tiempo es lo que muchos parecen dispuestos a sacrificar.

Manifiesto para salvar a la creatividad de la IA

IA: ¿Aliada o placebo creativo?

Nos han vendido que la inteligencia artificial es la gran democratizadora de la creatividad. Pero hay una diferencia entre abrir el acceso y banalizar el proceso. Según el contenido del manifiesto visual del documento que analizamos, no estamos elevando el pensamiento creativo. Lo estamos haciendo  más cómodo y superficial. Lo que antes era una alquimia de ensayo, error, criterio y experiencia, hoy se reduce a escribir un prompt y recibir resultados en segundos. Rápido, sí. Diferente, no tanto.

El otro día leí en Linkedin a una persona muy inteligente (por desgracia no recuerdo quién lo decía) que escribía sobre  «la paradoja de la creatividad instantánea». Es decir,  cuanto más rápido generamos ideas con IA, más genéricas se vuelven. Y aquí añadía algo así como que  “la IA puede acelerar. Pero cuando sustituye al pensamiento, lo que obtenemos son soluciones genéricas, no ideas memorables”.

Hay algo profundamente orwelliano en esta sustitución del pensamiento crítico por eficiencia creativa. Como decía Neil Postman en Divertirse hasta morir, el riesgo no es que la tecnología nos domine, sino que nos haga dejar de pensar. La creatividad no es solo generar ideas. Es conectar, desafiar, explorar. Es proceso, no solo resultado.

Nuestro propósito de  salvar la creatividad

No se trata de demonizar la IA. Se trata de saber usarla sin perder la brújula. Usémosla  como punto de partida,  pero no como solución final. Mezclemos IA con exploración manual. Prioricemoos la estrategia, no solo la velocidad.

Y, sobre todo, recuerdemos esta frase, que debería estar grabada en cada briefing, en cada proyecto, en cada conversación con tu equipo o tus clientes: “La diferencia ya no está en quién genera más rápido… sino en quién piensa mejor.”

Recordemos que cuando la originalidad parece estar de rebajas, pensar  es una ventaja competitiva: ahora más que nunca es el superpoder más valioso.

Manifiesto para salvar a la creatividad de la IA

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