He llegado a la conclusión de que si quería seguir escribiendo sobre narrativas transmedia, tenía que leerme el libro en el que por primera vez se habló de este término. Lo escribió en 2006 Henry Jenkins en Convergence Culture (La cultura de la convergencia) y su lectura es más que recomendable para entender el apasionante cambio sociocultural que está suponiendo la aparición de los medios de comunicación de masas basados en la interactividad que ofrece Internet y en el paradigma que supone que los individuos, que aparentemente no tienen la posibilidad de ser comunicadores de masas, podamos llegar a tener tanta influencia como las grandes editoriales o las productoras de Hollywood.
Jenkins no es ni de lejos el primero en hablar del cambio de paradigma que supone la web 2.0 en la comunicación de las personas. Sin ir más lejos, la propia portada del libro dice que es el McLuhan del Siglo XXI (a quien, por cierto, debemos el nombre de nuestra agencia). De hecho el propio Jenkins se documenta mucho y muy bien basándose en textos de otros investigadores de la comunicación social como Pierre Lévy, George Glider, Lisa Gitelman o la creadora del término «convergencia» Ithiel de Sola Pool, tan sólo para escribir la introducción de su ensayo.
Por la complejidad de la obra y por su interés, he decidido hacer una reseña de cada capítulo que me vaya leyendo a modo de notas para mi futura tesis doctoral. Este post resume la introducción del libro que demuestra que nos encontramos en «el momento de la convergencia de culturas, en el que conviven los nuevos y los antiguos ‘media en el que las grandes corporaciones y los pequeños medios de reciente creación compiten por las audiencias. Estamos en el momento en el que el poder de los grandes productores de contenidos y el poder de los consumidores interactúan de forma impredecible«.
Por cultura de la convergencia, Jenkins se refiere a los comportamientos migratorios de las audiencias, que son capaces de llegar hasta casi cualquier parte en busca de las experiencias de entretenimiento y consumo de información que ellas mismas desean.
En su opinión, la convergencia representa un cambio cultural en los consumidores de los «media» que ya no buscan la información en un sólo canal, sino que intentan generar conexiones entre los diferentes media, para formar su propia opinión y percepción de la realidad o de los contenidos de entretenimiento.
En este sentido, se está fraguando un nuevo tipo de conocimiento basado en la inteligencia colectiva. Para explicarlo, Jenkins se basa en la ciberteoría de Pierre Lévy (bastante aristotélica, por cierto) en la que asegura que nadie puede saberlo todo, pero que cada persona sabe algo, con lo que se conectar todo el conocimiento si se conectan los recursos y se combinan las capacidades de cada individuo.
El conocimiento colectivo está cambiándolo todo, desde la religión hasta la educación, pasando por la educación, la política, las leyes, la publicidad, e incluso la forma en la que operan los ejércitos.
La conversación de la convergencia
Todo este cambio, obviamente, se debe a los avances tecnológicos que permiten que las personas estemos cada vez más conectadas a través de unos aparatos que cada vez se parecen más a una navaja suiza digital. Sin embargo, en lugar de hacer la información más fácil y accesible, cada vez es más difícil obtenerla puesto que los grandes grupos de comunicación «parecen familias desestructuradas en las que sus miembros no hablan entre ellos, sino que cada uno persigue sus intereses a corto plazo, incluso a costa de otras divisiones de las propias compañías«.
Por difícil que parezca creerlo, todavía quedan empresas (y son muchas) que siguen haciendo diferencias entre la comunicación digital y la offline, cuando vivimos en mundo omnicanal. Es decir, en la era de la transformación digital, donde las comunicaciones son transmedia, todo debe ir orquestado en una única estrategia, en la que cada canal de comunicación debe aportar lo que mejor sabe hacer.
La profecía de la convergencia
Según Jenkins, el politólogo Ithiel de Sola Pool es el «profeta de la convergencia de los medios» por sus disertaciones sobre la propiedad de los medios de comunicación, ya que «hay mayor libertad cuando los medios de comunicación se dispersan y se descentralizan, es decir, cuando todo el mundo puede generar información. Por el contrario, cuando hay concentración en los medios y están monopolizados, hay un mayor control por parte del poder».
La falacia de la caja tonta
La tecnología no tiene nada que ver con los «media». Las tecnologías son simplemente el canal que permite la comunicación, por lo que son instrumentos que quedan obsoletos y son reemplazados por otros más modernos. No se debe confundir la tecnología MP3 o CD con el medio sonoro. Los soportes, tarde o temprano quedan desactualizados, pero el ser humano siempre seguirá teniendo la necesidad de transmitir y almacenar los sonidos. Por tanto, las tecnologías son efímeras, pero los «media» persisten.
Algo parecido pasa con los contenidos, ya que los medios cambian, las audiencias evolucionan y la percepción social de éstos también se modifica, pero una vez que un medio satisface una necesidad humana permanece. Sin embargo, las novedades tecnológicas hacen que los antiguos medios coexistan con los nuevos sin que unos fagociten al anterior.
Por ello, contamos con «cajas tontas» que satisfacen cada una de esas necesidades y cada una de ellas se dedica a encontrar necesidades específicas que sólo satisfacen aquello que las hace únicas.
La lógica cultural de la convergencia de los medios
Las vidas de las personas fluyen a través de los canales de comunicación digital. De esta manera, las grandes corporaciones mediáticas están aprendiendo a acelerar el proceso de la comunicación para obtener nuevas oportunidades de negocio al rededor de las comunidades virtuales. Sin embargo, los individuos empiezan a tener tanto poder mediático como las grandes compañías, lo que supone una lucha entre dos fuerzas que está dibujando un nuevo panorama social.
Todo ello lleva a que los ciudadanos estén cada vez más informados, ya sea a través de la cultura popular como por la información de las grandes corporaciones. De hecho, la cultura popular ha cobrado las nuevas responsabilidades de educar al público y lo inspira a participar en los procesos sociales, los de compra, la interactividad con otras personas y la participación política.
Estos cambios han supuesto un cambio en la forma que tenemos de relacionarnos con los «media» y ese cambio implica una nueva forma de participar y de aprender: el transmedia.
Necesito cinco ideas y escribir cinco tuits
lo de la caja «tonta» esta mal creo, que en realidad son cajas negras. y jenkins dice que no existirian nunca estas (por eso dice que es una falacia) ya que los medios y las tecnologias crecen y cada vez hay mas. osea que nunca podria haber un objeto que cointrole o tenga todos los medios y tecnologias. Personalmente creo que se refiere a los celulares y como son las navajas suizas de ahora, pero el cree que nunca podria pasar por la multimediedad de los medios
Hola, Noah:
Gracias por tu comentario. La caja tonta es como nos enseñaban en el colegio en España en los años 80 y 70 a llamar a la televisión. La llamaban «tonta» porque volvía tontos a los niños cuando la veían demasiado y porque no tenía ninguna interactividad: la encendías y estabas horas dealnte de ella sin hacer nada (por aquellos entonces no había mandos a distancia y, en España al menos, sólo teníamos dos canales de televisión.
Coincido contigo en lo de los teléfonos móviles (celulares) y las navajas suizas. Creo que no habla de ninguna tecnología en concreto sino de las que estén por venir. Seguramente dentro de 15 años en vez de usar móviles tengamos unas gafas que proyecten en 3D lo que queramos ver… Al fin y al cabo, los nuevos dispositivos dejan obsoletos a los anteriores y generan nuevas formas de consumo de contenidos. Este post lo escribí hace 10 años, seguro que dentro de 10 sigue teniendo sentido, pero adaptándolo a las tecnologáis que estén por venir.
Gracias y un saludo!